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jueves, 17 de octubre de 2013

Decide.

Vamos a morir todos. No tenemos mucho que decir sobre el cuando y el como, pero sí podemos decidir como vivir. Así que hazlo. Decide. ¿es esta la vida que quieres vivir? ¿es esa la persona a la que quieres amar? ¿es esto lo mejor que puedes ser? ¿puedes ser mas fuerte? ¿mas amable? ¿mas compasivo? Decide. Respira. Inhala y Exhala. Y decide.
La espera puede matarte. Tu tomas la decisión y el mundo entero tiene que girar. Las consecuencias se te van de las manos. Solo hay una cosa que parece estar clara en esos momentos de tranquilidad mientras esperas: lo que sea que eligieras está mal.
Morir lo cambia todo. Están los efectos emocionales. El dolor, la pérdida. También están los efectos prácticos. ¿Quien se ocupara de tu familia? ¿Quien hará tu trabajo? Pero no tienes que preocuparte por eso, alguien vivirá en tu casa. Alguien cuidará a tu familia. Y el mundo seguirá su curso... sin tí.
Nos esforzamos al máximo pero a veces no es suficiente. Nos ponemos el cinturón, nos ponemos el casco, vamos por sitios iluminados.
Intentamos salvarnos. Intentamos protegernos, pero no eso no sirve de nada. Porque cuando llegan las desgracias, aparecen de repente. Las desgracias llegan rápido, sin aviso. Pero olvidamos que las alegrías también llegan así.
Es duro decir adiós. A veces incluso imposible. No dejas de sentir la perdida. Eso hace todo tan agridulce... Dejamos fragmentos de nosotros mismos atrás, pequeños recordatorios, una vida entera llena de recuerdos, fotos, objetos.... cosas que nos recordarán aunque ya no estemos.
Cuando llegan las desgracias, llegan pronto. Sin previo aviso. No vemos llegar la catástrofe, aunque intentemos estar preparados.
Así que decide

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